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En favor de la individualización

Cada alumno y alumna trabaja a su nivel. Esto precisa un programa abierto: a quién tiene capacidad para avanzar más no se le detiene por cuestión de la edad y, en caso de que tenga dificultades, también avanza a su propio ritmo.
El tiempo para llevar a cabo el programa es más dilatado (dos años), y permite realizar una intervención individualizada en el proceso con un margen mayor para retomar análisis, situaciones, estrategias...
El profesorado puede repartir mejor los tiempos de atención individualizada ya que el alumnado con cierto nivel de autonomía es capaz, por un lado, de discernir la situación en la que debe pedir ayuda, y por otro, de ofrecérsela a quien la necesita.
La mitad del grupo conoce el funcionamiento de los contextos, ya tiene cierta autonomía y puede colaborar con el alumnado que acaba de incorporarse al departamento.
Da referencias al alumnado (unos ya llevan un año en el departamento y otros se inician).
Los pequeños descubren en los mayores referencias a las que pueden llegar: propias de la actividad, forma de trabajo, estrategias, estilos de aprendizaje y relaciones, intereses, colaboración, etc.
Intuyen el programa de todo el ciclo a través del trabajo de los mayores.
Los mayores ven los avances que han dado en el contraste con los menores.
Da seguridad y tranquilidad al alumnado y al profesorado el estar dos años en el mismo ciclo.
Los pequeños, desde su desconocimiento interrogan a los mayores, y éstos asumen roles de "enseñante"..., ayudando a sus compañeros incluso desde un lenguaje más cercano. El hecho de responder les permite reestructurar sus ideas y afianzar sus conocimientos.
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